martes, 30 de septiembre de 2008

Una biblioteca que ocupa poco

La Biblioteca imaginaria (http://www.labibliotecaimaginaria.es) sólo ocupa bits. Otra nueva actualización con excelentes reseñas de Cristina Monteoliva y Raúl Rubio Millares. Yo por el momento no tengo tiempo ni de asomar por la puerta tan siquiera ni para leer sus críticas, de ahí que esta nota sea tan supersónica.

viernes, 26 de septiembre de 2008

AMBICIÓN DESMEDIDA

En el spam aparecía el dibujo de un querubín orlado por el mensaje: “Este es el ángel del dinero. Pásalo a seis de tus mejores amigos y serás rico en cuatro días. No es una broma, si lo borras lo lamentarás”. Lo recibió de seis remitentes distintos, a los que devolvió el mismo correo, y los siete se pasean ahora por Galilea en deportivos descapotables, con las pechugonas clónicas que conocieron en “El becerro de oro”.
-Ya solo quedabais cinco, y el mensaje decía seis –hablaba alto, para ser escuchado al otro lado de la puerta de los aseos, que se cimbreaba ante la furiosa acometida de esos cinco cuerpos embravecidos.
-¡Haber pensado en el jefe! ¡Con él ya sumamos seis! –vocearon los otros.
Judas, en una estratégica maniobra de distracción, les lanzó por la rendija de la puerta una bolsa con treinta monedas.

ACTO REFLEJO

Al pasar junto al espejo he visto la figura contrahecha de mi padre, los brazos arqueados, la oquedad de sus sobacos prensiles como tenazas cuando yo le arremetía con las cosquillas. Él como que no las siente y escarbo con mis manos más adentro, espantado por la idea de que a su edad perderé la risa.
Tras el espejo se llega al salón donde mi hijo me asalta para hacerme cosquillas. Tengo brazos arqueados. Los abro en cruz sobre la alfombra. Me presiona el pecho con sus años, pero eso no tapona la hemorragia de tristeza, el severo shock séptico de incertidumbre hospitalaria que me acomete. Finjo borbotones de risa.

viernes, 19 de septiembre de 2008

ENTRE LAS DOS ORILLAS

Artículo publicado en “Periferia Libros”, cuaderno de cultura del diario La Opinión de Granada. Edición sábado 5 de abril de 2008.

Entre las 2 orillas: literatura marroquí en lengua española
Edición de Carmelo Pérez Beltrán.
Editorial Universidad de Granada, 2007
264 pp.
15 €

José Cruz Cabrerizo.-
En el tema de la escritura marroquí en español, hasta donde uno puede otear el horizonte descubre no dos, sino tres orillas:
La primera es la de los que niegan que haya una literatura marroquí escrita en español (e incluso en francés) porque no existe un enraizamiento en esa tierra de dichas literaturas, tampoco historia, tradición, y les niega cualquier posibilidad de futuro por su interés neocolonial, y la falta de lectores en un país en que la principal preocupación es el día a día. El lector interesado debería ver Dris Jebrouni, “La falacia de la literatura marroquí en castellano”, Marruecos digital del 21 de septiembre de 2006 (previamente aparecido en el diario en español de Casablanca “La Mañana”, marzo de 1997), que se centra en analizar “La antología de la literatura marroquí en castellano” de la Editorial Magalia, del año 1995.
La segunda es la de la historiadora Mª Rosa de Madariaga. También en Marruecos Digital se puede ver “¿Existe una élite hispanohablante en Marruecos?”. Desdice lo escrito por Jebrouni para señalarnos que gracias a las políticas del colonialismo y del postcolonialismo francés sí hay élites francófonas en Marruecos que han resultado en una muy buena nómina de escritores marroquíes en francés. España ha hecho lo contrario de Francia y por eso los escritores marroquíes que se expresan en español “lo hacen en un español “para andar por casa”, como se dice vulgarmente, pero cometen en la lengua escrita faltas garrafales, no ya sólo en la construcción sintáctica, sino incluso en la ortografía. Se trata de un español aprendido “en la calle”, y no en la escuela desde la primaria”. Al menos no esconde su esperanza en el futuro: la verdadera generación de escritores marroquíes en español vendrá de la mano de los inmigrantes que lleguen a España.
La tercera orilla es la de los propios escritores marroquíes en español. Otra vez en Marruecos Digital, Mohamed Lahchiri hace oír su voz en “Sobre literatura marroquí en castellano”. Un discurso que clama contra los excesos de Mª Rosa de Madariaga, pero que admite (como no podía ser de otra forma) que hay escritores mejores y peores, y que muchos de los peores (como no podía ser de otra forma) han sido encumbrados por la oficialidad cultural.
Pero dejemos al lector que se forme una opinión. Y para ello lo primero es no saltarse el interesante prólogo de Carmelo Pérez Beltrán y el estudio introductorio y divulgativo de Abdellatif Limami.
Y dejando atrás esas disquisiciones cruzadas cabe preguntarse si podría servirnos la lengua y su derivado escrito, la literatura, para tender puentes entre, no las tres, sino las dos orillas separadas por el Estrecho, superar esos prejuicios y estereotipos de los que habla el prologuista y editor literario. No cabe duda que los escritores marroquíes en español, de calidad o pésimos, contenidos en esta o en otras antologías o no recogidos en ninguna, mantienen una relación sentimental, aman nuestra lengua común y ven en ella una herramienta para el entendimiento de dos vecinos tan cercanos y tan lejanos. Haríamos bien en adoptar lo que propone Mohamed Lemrini El Ouahhabi: “No nos faltan ganas de expresarnos en este idioma y eso, para muchos de nosotros es un gran esfuerzo que alguien tiene que valorar muy positivamente”.
“Entre las dos orillas: literatura marroquí en lengua española”, recoge la nómina de autores que vamos a citar completa sin que importe su mayor o menor visibilidad literaria: se trata de Mohamed Chakor, Mohamed Bouisef-Rekab, Mohamed Akalay, Mohamed Lahchiri, Rachida Gharrafi, Ahmed Oubali, Ahmed Mohamed Mgara, Larbi El Harti, y (algo que no se comprende muy bien en un libro de relatos) un poeta en calidad de tal: Adbedarrahman El Fathi.
Una ventaja estratégica muy importante de este volumen es que se incluyen tres referencias de cada uno de los nueve autores. Estamos acostumbrados a antologías de un solo relato por persona y eso a veces hace perder perspectiva, por cuanto el escritor se la juega a una sola carta. De entre todos los títulos que contiene esta edición, hay autores de los que sólo les salvaría un relato (ténganse en cuenta los parámetros personales y subjetivos de esta afirmación). En mi caso habrían resultado escritores “deficientes” si no me hubiera topado con el relato “perfecto”.
El tema de la inmigración es transversal a un gran parte de las narraciones . “Las dos orillas” de Mohamed Chakor es un sencillo y bien conseguido cuento “antropológico” en que una orilla reprocha a la otra el haberse olvidado de su pasado. La inmigración es factor determinante en la vida de muchos de los personajes: mujeres que cruzan el Estrecho con éxito y son pasto de la explotación sexual de sus propios compatriotas (valiente y digno de destacar, no toda la culpa es de los otros, “Promesas”, de Mohamed Akalay con un bien construido monólogo interior). También sufren su triple condición de mujeres, pobres, e inmigrantes las protagonistas de “El sacrificio de los corderos” de Rachida Gharrafi, desgraciadamente la única escritora recogida y uno de mis descubrimientos más gustosos. Hombres que mueren en el intento y que tienen que seguir viviendo en forma de cartas que engañen al hijo que dejaron en Marruecos (“Cartas al Estrecho”, de Rachida Gharrafi, de una exquisita sensibilidad, que no sensiblería lacrimógena). No falta algún relato negro, “Chivos expiatorios” de Ahmed Oubali, que cojea un poco en el léxico, es como si hubiera tenido que recurrir a traducir diccionario en mano, las palabras son poco apropiadas al entorno, pero la trama es inmejorable y muy bien conseguida y suple la deficiencia anterior (entiéndase que esto no se extiende a todo el relato, sino que salpica nueve o diez oraciones en un relato de nada menos que doce páginas). Relatos que nos arrancan una sonrisa con gracia inteligente (“Encuentros en el Feddan”, de Ahmed Mohamed Mgara). También la miseria queda bien retratada (muy gustoso leer “Precoces” Mohamed Bouiseff Rekab con su “Candidez oculta” o el espejismo de un paraíso que nubla las conciencias de muchos marroquíes. Larbi El Harti (“El rumor al poder”) es uno de los que demuestran más dominio de la lengua, en el Marruecos profundo y traza una historia entretenida sobre las exageraciones que provoca la rumorología. Junto con este último destacar por su desparpajo y oralidad, por la capacidad de suscitar la pregunta de si la historia se basará o no en la experiencia personal, a Mohamed Lahchiri, que presenta tres cuentos extraídos de su libro “Una tumbita en Sidi Embarek y otros relatos ceutíes”. Citaré “Moras pisoteadas”, que apunta con el dedo a los de dentro, los malos no solo son los países extranjeros.
Lahchiri nos sirve para ejemplificar las exageraciones y generalizaciones en torno a la escritura marroquí en español. Autor de calidad contrastada, se han llegado a decir cosas peregrinas (me figuro que por extensión también de otros autores), como que sus relatos son populistas y de un costumbrismo que bien aprovechado provoca la nostalgia entre los ceutíes. Quien quiera puede pedir mi partida literal de nacimiento para comprobar que no nací en Ceuta, pero sus cuentos de “Una tumbita en Sidi Embarek y otros relatos ceutíes”, me produjeron el íntimo placer de enfrentarme a historias con corazón, con vidas que fluyen, con sentimientos, tal como muchas de las creaciones de “Entre las dos orillas…”
Estoy seguro de que los relatos que no han sido de mi agrado pueden ser plato de gusto para cualquier otro lector, y que de cada autor hallarán al menos un ejemplo que les guste. Mi agradecimiento a estos constructores de puentes que enfrentan tantas dificultades como “Los constructores de puentes” de Ripley.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Mucha imaginaria (no de las que se hacían en la mili)

Como cada miércoles, "La biblioteca imaginaria" os ofrece reseñas sobre novedades en narrativa.
Que lo disfrutéis.

domingo, 14 de septiembre de 2008

PURGACIÓN/EXPURGACIÓN

La escritora fracasada no sufría de bulimia. Sólo se provocaba el vómito los días que en el menú entraba la sopa de letras.

CUADERNO DE CAMPO DE UN EVOLUCIONISTA ESCRUPULOSO

Se trataba de una cucaracha rubia, de costa, frecuente en los paseos marítimos. Un espécimen de los que usan sus élitros y tienen exoesqueleto blando. Todo lo contrario a sus primas de tierra adentro, de un color fúnebre, sedentarias como oficinistas, acorazadas… La he pisado. Por un momento me remordió si durante algún milisegundo habrá sentido dolor. Tenía el Cucal de Cruz Verde en una mano, ortópteros reinas de un planeta en putrefacción durante el Carbonífero. Me ha parecido una mezquindad que el spray la persiga hasta su lóculo.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Biblioteca imaginaria

La amiga Cristina Monteoliva sigue piedra a piedra con la biblioteca. Esta semana sus reseñas y las mías, que intentan ser tan buenas como las de ella. No os lo perdáis.

EL ASESINO DEL PATIO DE BUTACAS

La intuición de T. fue decisiva para el desenlace de algunos casos. De no ser por él aún seguiría planeando sobre nuestro quehacer la sensación amenazante e insípida de lo irresoluto. Siempre postuló, con fe ciega e inquebrantable, el principio de que el criminal regresa al escenario del asesinato. Podía ser con intención de borrar su firma, para conjurar la culpabilidad que lo acecha, o regodearse en la secuencia del acto.
Esa, la vuelta al escenario del crimen, es una teoría que a todas luces ha demostrado no ser axiomática, y por tanto le valió también algunos fracasos. Sin ir más lejos baste citar el ejemplo de Nino Letti, en su día afamado actor y empresario teatral cuya oposición al derrumbe de su local bajo el peso de la picota especulativa fue de lo más comentada.
Las cuentas del teatro de Nino Letti no presentaban un buen aspecto, así que en la coyuntura algún pajarraco se lo sopla a otro pájaro de cuentas que despliega unos planos sobre la mesa de Letti:
-En lo que ocupa la planta de su teatro vamos a erigir un nuevo espacio escénico. La tramoya es un poco más consistente: hormigón, acero, ladrillos, cristal... Un conglomerado de apartamentos estratificados donde cabrán más personas que creen representar su vida. Ya sabe aquello de Shakespeare “Todo el mundo es teatro y los hombres y mujeres no son más que histriones que bla, bla, bla”.

Al final el único muerto de la obra resultó ser el arquitecto. Un escalímetro metálico que pretendiera medir la grasa bajo la epidermis le penetraba el estómago.
Letti se había esfumado como la neblina al calor del sol, y por supuesto no volvió para pisar las tablas. Alguien de dentro, quizá desde la concha del apuntador, debió soplarle que no saliera a escena. En la policía estábamos dispuestos a hacerle cantar con métodos más contundentes que el de Stanislawsky.